PERDÓNALOS, SEÑOR...
Nos llenamos la boca
con el país: nos infla
una Argentina de hule,
apta para esgrimir,
puñal, los argumentos
más facciosos y falsos.
Chicle de nueve letras,
lo escupimos sin más
a la hora de los postres,
y una voz que se apiada
nos perdona de a uno:
"ignorante; ignorante..."
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