jueves, 8 de febrero de 2018

EN VELA


Sudor seco. Las seis 
de la mañana, quietas 
como un lago sin bruma, 
me tienen esperando 
que todo se desfonde. 
Pero no pasa nada: 
callan los noticieros 
dentro de su bullicio 
y el perro, como siempre, 
descansa en su sillón. 
¿Estallaron las bombas? 
Nunca nos lo dirán. 

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