miércoles, 17 de enero de 2018

LA VIUDA


Cuatro pañuelos hubo 
para esa despedida 
inicial, que se extiende 
con los años. Tus hijos 
sabían del dolor
inverosímil que 
te minaba. Milagros 
de lo apenas decible: 
cuatro pañuelos y una 
lágrima mansa, débil. 

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