lunes, 25 de junio de 2018
ACIDIA PHARMAKÓN
Los versos ya no alcanzan y está ronca la vida:
ha pronunciado todas las letras del insomnio.
Andan por la avenida los bultos del invierno,
medrosos y apurados como viejas cigüeñas.
(Del campanario inmóvil nada sé, y a estas horas
muy poco me dirían las palabras del ángelus.
Los frascos colocados delante de los libros
son un mejor altar, que el foquito define.)
Es una noche núbil. El paredón de enfrente
se enciende con las luces de los autos, se apaga.
Quiero estudiar la música de las cosas que caen
inevitablemente, lentísimas, azules.
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