Y SIN EMBARGO, QUÉ
Hace cosa de un mes
que no veo la tele.
El mundo seguirá
sorbiéndoles las tripas
a los desharrapados.
La guerra hará lo suyo
en Siria y otras partes
menos promocionadas.
Lo real, lo que cruje
--al menos esta noche--,
tiene formas un poco
más personales, no
con resplandor de épica
ni con huestes injustas
contra las que correr
o indignarse. La tele
arrastra nuestras horas
hacia escenarios míticos.
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