ABSTRACCIÓN
¿La verdad? Nada queda
de su virtud, que hacía
de brújula en la noche
y en el desierto. Ahora
vamos por la Ciudad
o, peor, nos quedamos
quietos frente a la Tele
y, en tanto nos hundimos
en el fuego sin fondo
de una torsión, nos punza
el vacío interior
y nos carcome. Es eso:
un arrojar sin pausas
carnaza a los chacales.
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