viernes, 13 de abril de 2018

INGENIERÍAS


Repasa el lavarropas 
con sus giros las prendas 
que pusiste hace un rato, 
vuelta tras vuelta. Luego 
centrifuga, potente 
como cualquier motor,
y el agua es expelida 
hacia el pasto --un conducto 
que pergeñó tu ex 
la canaliza--. Pasa 
un ángel. Te acordás 
de pronto del chirrido, 
en la pileta, de 
la bomba. De tu padre
y su sudor. De un rostro
y una oración. Garúa. 

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