EL DESIERTO
No es que quiera una torre
de marfil sino un sitio
en el que la palabra
tenga valor. Hablamos
sólo para tapar
nuestro vacío, loras
que ni siquiera pueden
sostener un dictamen
imparcial porque chillan,
tenga que ver o no,
sus pareceres. Llena
de sonidos cargosos,
sin sentido, el imbécil
su alrededor. Aguce
mi voz para que el uso
de la palabra me
aleje de la sirte
vil de esos cacareos.
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